Por otra parte, mira que somos,
cuando queremos no hacemos más que hablar de la patria, de Espaaaaña y todo
eso. Ahora bien, cuando vienen mal dadas enseguida nos segregamos y nos
diferenciamos de unos y de otros porque, claro, nosotros somos mejores y hemos
sacado mejor nota. Ya, marca España pura.
Pero elucubraciones aparte, es
verdad que tenemos un problema. Pero un problema educativo y cultural. Un
problema que nos legaron griegos, romanos y andalusíes: nos encanta vivir,
salir, tomar el sol, charlar, poner verde al vecino, y, de paso, hablar con él.
Y luego está el hecho de que aquí no prospera quien más estudia, sino quien
tiene padrino y se bendice, o tiene una buena cuenta corriente con la cual
comprar un buen puesto para el niño. Y eso hace mucha pupa a la educación.
Es decir, hay mucho tomate y
mucho que analizar. No se puede quedar
uno en el sistema educativo. Es necesario, creo, una reflexión conjunta y para
eso hay que contar con mucha gente, analizar muchos enfoques. Aquí no valen los
sistemas de Finlandia, donde, con el frío que hace, no tengo ni idea qué otra
cosa pueden hacen que quedarse en casa leyendo. Ni valen soluciones impuestas
como las del Ministro Wert.
Quizás por eso, en España, se nos
dan tan mal las matemáticas. Yo las odiaba, quizás porque siempre buscan la
solución a los problemas, cuando en la vida no suele haber una sola solución.
Demasiado cuadricular para mí, y poco dialogante, casi como el Ministro Wert.
No hay comentarios:
Publicar un comentario